sábado, 7 de enero de 2012

Extracto de “Visiones de Cody” de Jack Kerouac


Extracto de “Visiones de Cody” de Jack Kerouac

No existe forma alguna de evitar los enigmas. Como la gente en los bares que sonríen llegan y toman asiento pero cuando se van, cuando al unísono retiran las sillas y levantan los abrigos y sus cosas, lo hacen con caras sombrías (todos ellos con el mismo grado de semi-melancolía especial de desilusión porque la promesa del momento de sonrisas de la llegada no se cumplió o si lo izo, murió después de una existencia breve) – y durante esa breve existencia que tiene la misma calidad inconsciente y ciega que el orgasmo, todo esta sucediendo en sus almas – ésta es la PARTIDA – el apogeo y ápice de posibles de las relaciones humanas – dura un segundo – ocurre el mensaje vibrante – empero no es tan místico tampoco, es amor y simpatía en un relámpago. De igual modo, nosotros, que hacemos toda la noche demencial (orgias sexuales de cuatro variantes, conversaciones de tres días, viajes en automóvil transcontinentales e ininterrumpidos) tenemos esa sombría melancolía momentánea que señala la necesidad del sueño – nos hace acordar que es posible detener todo esto – además nos recuerda que el momento es inasequible, que ya se ha ido y que si dormimos, lo podemos convocar nuevamente mezclándolo con otras combinaciones ilimitadas y hermosas – barajar las viejas tarjetas del archivo del alma en un sueño demente y alucinado – Así la gente en la cafetería tiene ese aspecto pero solo hasta que recoge los sombreros y las cosas porque la melancolía es también una señal que se envían los unos a los otros, una especia de “buenas noches, señoras” de quizás una amabilidad interior del corazón. ¿Qué clase de amigo se sonreiría abiertamente ante la cara de sus amigos es la hora de la melancólica recogida de prendas y de inclinarse para partir? Entonces es una señal de “ahora abandonas esta mesa que había prometido tanto – éste es nuestro obsequio a los tristes”. La melancolía se va tan pronto como alguien dice algo y se encaminan a la puerta – riéndose, arrojan ecos al escenario de su desastre humano – salen caminando por la calle en el nuevo aire que provee el mundo.

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