(...). Uno ha de ser “Hip” o “Square” -alternativa que cada nueva generación que se adentra en la vida americana está empezando a sentir-, uno es rebelde o uno se conforma, uno es un fronterizo en el lado más salvaje de la noche norteamericana o es una celda cuadrada (“square”), atrapado en el tejido totalitario de la sociedad, condenado a la fuerza del conformismo que lo catapulte al éxito.
Una sociedad totalitaria ejerce demandas enormes en el ánimo de los hombres, y una parcialmente totalitaria ejerce aún más grandes demandas con el fin de que la ansiedad general crezca. Verdaderamente, si uno se persigna en ser un hombre, es frecuente que todas las acciones convencionales precisen de un ánimo desproporcional, de modo que no es accidental que la fuente del Hip sea el Negro ya que éste ha vivido en la frontera lindera entre totalitarismo y la democracia durante dos siglos. No obstante, la presencia del Hip en tanto filosofía proletaria de los submundos de la vida norteamericana se debe al jazz y su aguda entrada en la cultura, su subliminal pero penetrante influencia (en algunos casos consciente, en otros por ósmosis) sobre la generación de la vanguardia, aquella generación de aventureros de la post-guerra que absorbiera la lección de disgusto y desilusión que trajeron los años veinte,
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